martes, 14 de julio de 2009

III



A Pedro (no ese Pedro, el otro)

NO SOY LA LEMEBEL PERO, ACÁ ENTRE NOS, VOS TAMPOCO SOS SALAMANCA

O LOS RECOLETOS BRAZOS DE LA GENEALOGÍA Y SUS INCORRECCIONES POLITICAS

Un tiempo fue la mina,
otro tiempo oro negro y atalaya.
Sin primaveras en perenne invierno,
el mundo seguía sudando,
y no te resignabas.
Caminos diferentes los nuestros,
ya lo ves,
jamás los crucé,
jamás los cruzaste,
el mundo seguía girando,
Fin de la Historia,
no era el momento.
Demasiado pronto,
demasiado tarde,
qué importa,
lo irrecuperable no es el tiempo,
es el encuentro.
Pero ahora que me desperezo
ansío el momento,
tengo que apagar esta sed
que es de presencia,
porque atesoro tus huellas
pero ya no me bastan,
ahora soy yo quien da los pasos
en este sendero de penumbras
que recorriste en otros tiempos.
Obstáculos jamás faltarán
y sin embargo sé que habrá encuentro,
porque tu inquietud sobrevive a tu carne,
yo lo sé,
es acá donde nos hermana,
este será el lugar,
acá será encuentro.

Te respeto,
no desde lo ideológico
sino desde lo existencial,
que no te hayas resignado
a ser un par de brazos
como quería el Capital.
Que te hayas formado
en el marxismo vulgar
para arrancarle
algo de humanidad
y algo de belleza
a esta desolación
gris, tediosa
e infernal.

Mas mi rebeldía
no sólo es plebeya,
carga al hombro otras humillaciones
más pretéritas que las industriales,
la de no encajar
en estos decrépitos moldes
hechos siempre para otros,
ya ves que yo tampoco me resigno,
por eso es que te estoy pensando
por eso es que sigo viviendo,
por eso es que a pesar de todos los abismos,
irremediablemente,
mi presente
está condenado
a parecerse a tu pasado.

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